Autora: Heather Morris
Traducción: Julio Sierra
(313 pp) – Espasa Libros, 2018
Título original: The Tattooist of Auschwitz
Inmensa mi alegría cuando, perdiéndome en las estanterías de la biblioteca que más frecuento, vi que estaba disponible. Hacía mucho tiempo que quería adentrarme en las novelas de esta autora.
Quería conocer a Lale y a Gita y acercarme al horror de un tiempo que siempre me ha atraído como una especie de imán que ansía descubrir más sobre esta parte de la Historia a la vez que se me encoge el corazón cuando leo sobre ella.
Un maravilloso prólogo nos sumerje en el pensamiento de un hombre lleno de horrosos recuerdos, de crueles vivencias y al tiempo... un hombre con un corazón inmenso y una fuerza poderosa que lo mantuvo en eterna lucha por la vida hasta el final de sus días. Así fue, así es en cada página y así será siempre Lale.
Con sólo 24 años sintió el profundo rencor y la más temible de las miserias en Auschwitz; mas la, a veces, sorprendente fortuna, le concedió el encargo de ser el "Tätowierer". Debía tatuar a los recién llegados al campo de concentración y con ello asegurarse la supervivencia.
En un entramado de miedo, Lale fue conociendo a otros luchadores como un padre y un hijo que, no siendo prisioneros, todos los días acudían a trabajar dentro de la alambrada. Conoció también a las mujeres que escondían las joyas que quitaban de las ropas y los cadáveres, conoció a Cilka que tuvo que prostituirse para poder sobrevivir, al impertinenre Baretski, al cruel y despreciable Herr Doktor Josef Mengele y... entre muchas vidas más, Lale conoció a Gita de la que se enamoró nada más verla, siendo el uno para el otro luz y esperanza.
Con la firme decisión de vivir cada día para poder salir de aquel lugar, Lale se las fue ingeniando para conseguir comida y medicinas a cambio de las joyas que podía ir escondiendo. Hasta que un buen día fue descubierto y torturado.
Y un día... cuando todavía volaban las cenizas de los crematorios, la guerra terminó y con ella el horror de Auschwitz. El protagonista, tras muchas dificultades y tras escapar de Mauthausen, logró regresar a su casa, ver a su hermana y, encontrarse de nuevo con Gita para la que la salida de aquel infierno tampoco fue fácil. Mas el destino guardaba para ellos la merecida felicidad.
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