Autor: John Boyne
Traducción: Gemma Rovira Ortega
(219 pp) – Ediciones Salamandra, 2006
Título original: The Boy in the Striped Pyjamas
Este fin de semana he vuelto a sentir el dolor envuelto en ternura, repartido en sueños, inocencia e infancia. He vuelto a conmoverme con Bruno, con Schmuel, con Pavel...
La devastadora II Guerra Mundial acabó con tantas vidas, tantos sueños... Este es un libro en el que la sentimos desde los ojos de sus dos protagonistas de tan solo nueve años.
"Una tarde, Bruno llegó de la escuela y se llevó una sorpresa al ver que Maria, la criada de la familia -que siempre andaba cabizbaja y no solía levantar la vista de la alfombra-, estaba en su dormitorio sacando todas sus cosas del armario y metiéndolas en cuatro grandes cajas de madera; incluso las pertenencias que él había escondido en el fondo del mueble, que eran suyas y de nadie más." (Vid. pág. 9). Así es como el pequeño Bruno se entera de que se van a mudar, dejan su bonita casa en berlín para irse a un lugar llamado "Auchviz" que es como él lo llama a lo largo de las páginas. Su madre les explicó que él, su hermana Gretel, su padre y ella debían irse allí por temas de trabajo. No querían y lo que jamás imaginaron es que aquel lugar iba a ser todavía peor de lo que sus mentes podían adivinar. "Para empezar, no eran niños. Al menos no todos. había niños pequeños y niños mayores, pero también padres y abuelos. quizá también algunos tíos. Y unas cuantas personas de las que viven en las calles y que parecen no tener familia.
-¿Quiénes son? -preguntó Gretel, tan boquiabierta como solía quedarse su hermano últimamente-. ¿Qué clase de sitio es ése?
-No estoy seguro -dijo Bruno, sin faltar a la verdad-. Pero no es tan bonito como Berlín, eso dí lo sé.
-¿Y dónde están las niñas? ¿Y las madres? ¿Y las abuelas?" (Vid. pág. 37).
Todo para ellos era extraño, especialmente para Bruno que no comprendía por qué había una alambrada y del otro lado de la misma, todos llevaban el mismo pijama de rayas. No entendía tampoco que, desde el día en el que "El Furia" como él mal pronunciaba, había cenado en su casa de Berlín, todo su mundo cambiase sin más. A éñ no le gustaba estar allí. Y fue entonces que, explorando y alejándose de la casa... un buen día conoció a Schuel, de ojos grandes y pijama y con la misma fecha de nacimiento que él. Por fin encontraba a oyro niño.
Desde entonces, cada día se encontraban allí, en ese mismo lugar se sentaban a uno y otro lado de la alambraba y hablaban de ellos, ajenos a la realidad cruel. Bruno, cuando podñia le llevaba comida, pero Schuel cada día estaba más delgado y más triste.
Una tarde a Bruno tuvieron que raparle el pelo pues tenía piojos, contento cuando los dos se vieron, se sintió como él, como su nuevo amigo. Tenían que despedirse pues regresaban a Berlín y, como nunca Bruno había estado del otro lado, acordaron que, al día siguiente, Schuel le llevaría un pijama y pasaría. Además, los dos encontrarían a su padre que llevaba tiempo desaparecido.
Lo que ocurrió después me cuesta narrarlo y quiero dejar que lo descubras tú mismo pues son líneas de dolor. Ambos juntos mueren en la cámara de gas.
Inocentes, dos vidas que lograron vivir una bonita amistad en tiempos de fría y despiadada guerra. Juntos hasta su final.
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