Autora: Diana Palmer
(318 pp) – EDITORIAL HARLEQUÍN IBÉRICA, 1999
Estoy realmente sorprendida de la rapidez con la que he leído esta novela y el buen sabor que me ha dejado.
He de reconocer que, cuando leí la contraportada pensé que no me iba a gustar y que hasta sería posible que abandonase su lectura.
¡Y cuál ha sido mi sorpresa, pues al terminarlo, vi que estaba equivocada!
Con un estilo fluido, estas tres historias se me hicieron mucho más cortas de lo que imaginaba. Tres hombres diferentes, pero compartiendo el dolor de unas vidas pasadas que, sin ellos quererlo, condicionaban tremendamente su respectivos presentes. Los tres hombres de Jacobsville encontrarán el amor que cura y recompone un corazón roto en mil pedazos.
Abre cada una de las historias una cita, las tres han acariciado mi alma y más ahora que he conocido a los personajes. La última, no la olvidaré.
Guy Fenton es un ganadero entregado total y absolutamente a su trabajo, pretendiendo que así su mente olvide el dolor tan profundo por la pérdida de su prometida en un accidente aéreo en el que él pilotaba la avioneta.
Llega a Jacobsville Candy Marshall y él será el encargado de recibirla y de visitar con ella el resto de las propiedades ganaderas al tiempo que le presentaba a los demás dueños. Candy estaba entrevistando a los granjeros de la región para una campaña publicitaria sobre las nuevas técnicas con el ganado.
Hermosa y frágil, arrastraba un grave y serio problema de salud. Siendo una niña, estando con su padre en un establecimiento de comida rápida, hubo un tiroteo y como consecuencia: su padre falleció y a ella le quedaron terribles secuelas respiratorias y una relación rota con su madre, que la culpaba del fallecimiento de su padre por haber querido ir a ese lugar.
En una de las visitas, ella se queda sin respiración con un ataque que enseguida Guy diagnostica como asma. La única solución posible, estando ella inconsciente y peligrando severamente su salud, es que tome prestada una avioneta y la lleve con premura al hospital.
Consigue así salvarle la vida y comienza para los dos una bonita historia de esas que sanan el alma.
Luke Craig vive solo en su rancho, con una vida tranquila y ordenada hasta que se instalan justo a su lado un grupo de jóvenes y una monitora. Un campamento de verano venía a fragmentar su vida.
Belinda Jessup, abogada, decidida, temperamental y testaruda pasaría unos días con un grupo de chicos conflictivos a los que quería que la vida diese una segunda oportunidad. Entre ellos Kells, con un pasado realmente doloroso y delictivo, pone entre la espada y la pared a Belinda pues primero hace que se enfrenten ella y Luke y luego... ambos ya unidos por el empeño de sacarlo adelante y hacer de él un muchacho honrado, tendrán que ir a comisaría ante la denuncia de Ci Parks.
Va transcurriendo la historia y vamos conociendo el pasado de Luke y como su infancia condicionó el hombre que ahora era. Y al tiempo, vamos aprendiendo sobre los rodeos, las razas de bueyes, de caballos...
Cuando el campamento termina, lo hace también su historia. Pero... como todas las buenas y bonitas, hubo una segunda oportunidad para ambos.
La madre de Christopher - Tansy, de 80 años- llevaba desaparecida una semana. Él, viajero y vividor, comienza a preocuparse cuando Della Larson una joven y bonita periodista que investiga el suceso, le hace conocedor de ello.
"El miembro más longevo del parlamento fue encontrado flotando en el río con una herida de arma blanca en la sien derecha, aunque según la versión oficial la muerte fue por ahogamiento". (Vid. pág. 242). El misterio está servido y Chris y Della viajarán a Londres para descubrir como su madre estaba secuestrada por saber la verdad sobre tal crimen.
Saliendo ésta a la luz, ambos deciden compartir el resto de su vida y... con un giro inesperado: Tansy y el abuelo de Della, también.
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