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La Sociedad Literaria del Pastel de Piel de Patata de Guernsey

Actualizado: 23 ene 2022


Autoras: Mary Ann Shaffer y Annie Barrows

(298 pp) – Ed. Penguin Random House Grupo Editorial, 2021

(2008, primera edición)

¡Qué agradable sensación para mi alma ha sido esta lectura! Serena, chispeante, sorprendente y con toques de un humor tan entrañable que hasta el dolor de la guerra puede sobrellevarse pensando en que todo es posible y que todo va a ir bien, más allá de la crueldad, la precariedad y las atrocidades que vivieron sus protagonistas. Un contraste entre la vida alegre y despreocupada de Juliet que logra el más maravilloso de los equilibrios en una isla que la cambiará por completo.

La obra la conforman cientos de cartas enviadas desde distintas partes del mundo: Londres, Australia, Guernsey... y todas ellas centradas en torno a una sociedad que por su nombre no puede ser más original. Comienza el libro con una carta dirigida a Sidney (editor) en la que se habla de lo maravillosa que es Susan Scott y el gran número de ejemplares que han vendido de su libro. La carta la firma Juliet que también le dice que su nuevo libro no va nada bien. Entre ambos existe una relación de amistad y respeto, de complicidad y apoyo. Los conocemos a ambos ya desde las primeras páginas y también a la encantadora Sophie, hermana de Sidney e íntima amiga de Juliet, ambas trabajaron juntas en la librería del señor Hawke hace años.

Y... de repente, aparece en la vida de Julie Asthon, Dawsey Adams quien le escribe desde Guernsey, una de las islas del canal.

"Me llamo Dawsey Adams y vivo en una granja situada en la parroquia de St. Martin's, en la isla de Guernsey. Sé de usted porque tengo un libro que en cierta época fue de su propiedad: Ensayos escogidos de Elia, de un autor cuyo nombre real era Charles Lamb. Su nombre y dirección, señorita Asthon, aparecían escritos en el interior de la cubierta.

Voy a hablarle claro: me encanta Charles Lamb, y ya que el libro dice " escogidos", he pensado que quizá eso signifique que el autor ha escrito otras cosas entre las que escoger. Son obras que deseo leer, y aunque los alemanes ya se han marchado, en Guernsey no quedan librerías.

Quisiera pedirle un favor. ¿Podría mandarme el nombre y la dirección de alguna librería de Londres? Me gustaría pedir por correo alguna obra más de Charles Lamb. También quisiera preguntar si alguien ha escrito su biografía y, en tal caso, si podrían enviarme un ejemplar. A pesar de que tenía una mente brillante e incansable, me da la sensación de que dicho autor debió sufrir una gran aflicción en su vida.

Charles Lamb me hizo reír durante la ocupación alemana, sobre todo cuando escribió sobre el cerdo asado. . La Sociedad Literaria del Pastel de Piel de Patata de Guernsey nació a consecuencia de un cerdo asado que tuvimos que ocultar a los soldados alemanes, así que me siento muy cercano a Lamb." (Vid. pág. 19).

Desde ese instante comienza entre ambos una relación epistolar y, ante la curiosidad de Juliet, él le cuenta cómo surgió la sociedad. Poco a poco irán escribiéndole otros habitantes del lugar: Isola, Eben, Amelia, Adelaide Addison, Clovis Fossey, Clara Saussey...

Y casi al mismo tiempo, nuestra querida Juliet, comienza a ser cortejada por un insistente Markham V. Reynolds del que recibe numerosos y coloridos ramos de flores. Todo ellos sin mensaje, tan sólo acompañados de una tarjeta con su nombre.

Susan Scott escribe a Sidney contándole lo ocurrido cuando Juliet le arrojó una tetera a Gilly Gilbert. Gilly y el periódico para el que trabaja, están celosos de Juliet y el éxito conseguido por el Spectator con la columna de "Izzi Bickerstaff "para la que ha estado escribiendo Juliet durante la guerra. Sidney le responde diciéndole que no se preocupe, que no ha dejado en mal lugar ni a Stephens & Stark ni a él.

(He disfrutado muchísimo con la genialidad y a espontaneidad de estos momentos, con el desenfado en la forma de escribir y las pinceladas de humor en cada carta).

Tras la investigación de Sidney, Juliet logra saber la identidad de su secreto admirador y un día, sorprende al chico que le deja las flores pudiendo así averiguar la dirección de Markham Reynolds al que escribe feliz agradeciendo cada ramo. Él gustoso, la corresponde invitándola a cenar y comienza su romance.

A medida que avanza la novela y son más frecuentes las cartas, Amelia desde Guernsey pide referencias de Juliet. Desea saber cómo es y ya que ésta última va a escribir en el Times sobre ellos, y sobre la Sociedad, necesita saber que es honrada y de fiar. ¡Qué entrañables los testimonios y qué bonito ver la sinceridad, la sencillez y el gusto por las formas y los detalles! Es que... toda la novela en sí, desde principio a fin es SENCILLAMENTE INOLVIDABLE Y ENTERNECEDORA.

Cada carta nos descubre un poquito más sobre el personaje que la firma. Cada uno de ellos está tan perfectamente definido que resulta imposible no sentirse allí, viviendo entre ellos, su día a día y todo lo bueno que la lectura les trajo. Ellos mismos cuentan cómo les hizo más llevaderas las penurias derivadas de la ocupación alemana.

Eben, con total sinceridad escribe: " La verdad es que al principio no éramos una verdadera sociedad literaria. Aparte de Elizabeth, la señora Maugery y quizá Booker, la mayoría de nosotros no habíamos tenido mucha relación con los libros desde que íbamos a la escuela. Los cogimos de la estantería de la señora Maugery con miedo a estropearlos. En aquella época no me interesaban esas cosas, pero cuando pensaba en el comandante y en el calabozo abría la cubierta del libro y empezaba a leer. " (Vid. pág. 72)

"Así que dos días después llegaron pacíficamente en sus aviones y nos ocuparon durante cinco años.

Al principio fueron muy amables. Estaban muy orgullosos de haber conquistado un trozo de Inglaterra y eran lo bastante idiotas como para creer que sólo con dar un saltito tomarían Londres. Cuando descubrieron que eso no iba a ocurrir, recuperaron su maldad natural.

Tenían normas para todo: "haced esto", "no hagáis lo otro", pero a cada momento cambiaban de opinión, intentando mostrarse amistosos, como si estuvieran agitando una zanahoria ante la nariz de un burro. Sólo que nosotros no éramos burros. Así que volvieron a actuar con dureza".

"(...) La comida empezó a escasear, y no tardó en agotárse la leña. Los días eran grises por la dureza del trabajo, y las noches se volvían negras por el aburrimiento. Todos estábamos medio enfermos debido a lo poco que comíamos, y abatidos ante el temor de que aquello nunca acabara." (Vid. pág. 93) Las palabras de Eben Ramsey hablaban de lo difícil de la situación. Y es él mismo, cuando en respuesta a la pregunta de Juliet de si su nieto Eli vive con él, habla nuevamente de los horrores de la guerra y cómo muchos niños fueron separados de sus familias. Hoy, gracias a Dios, vive con él tras el fallecimiento de sus padres y su hermano. Y a continuación en esa misma misiva, con una redacción propia de la naturalidad y la fuerza que otorga el respaldo y complicidad de todo el pueblo, le contó cómo se las ingeniaron para poder comer el cerdo sin que los alemanes, que llevaban un control exhaustivo de los víveres, animales y demás alimentos que el campo daba; se enterasen de tan genial artimaña. Ese mismo día crearon la Sociedad Literaria.


Los ruegos e intentos por parte de Adelaide Addison de que no llegue a buen puerto la intención de Juliet de escribir sobre la Sociedad en el Times no frenan tampoco las cartas que siguen llenando las vidas de historias del día a día y también de pedazos de una cruel guerra vivida  a uno y otro lado del Canal. Así, Amelia le habla a Juliet de las fortificaciones en hormigón que levantaron los alemanes: "Mi mayor placer ha sido reanudar los paseos vespertinos por los acantilados. El canal ya no está cercado con alambre de espino, y los letreros enormes de "VERBOTEN" que tapaban el paisaje han desparecido. Ya no hay minas en las playas, y puedo pasear por donde quiera y cuando quiera, todo el rato que me apetezca. Si subo a los acantilados y miro hacia el mar, no veo los feos búnkeres de cemento que quedan a mi espalda, ni la tierra desnuda y despojada de árboles. Ni siquiera los alemanes pudieron estropear esa visión.

Este verano empezarán a crecer los tojos alrededor de las fortificaciones, y el año que viene es posible que ya estén llenas de enredaderas. Espero que no tarden en cubrirlas del todo. Por más que mire hacia otra parte, nunca podré olvidar cómo fueron construidas.

Las levantaron los obreros de la organización Todt. Imagino que habrá oído hablar de esos esclavos de Alemania de los campos de trabajo del continente, pero ¿sabía que Hitler envió a más de dieciséis mil aquí, a las islas del Canal?

Estaba obsesionado con fortificar estas islas, ¡Inglaterra jamás debía recuperarlas! Sus generales llamaban a ésta "isla de la Locura". Hitler ordenó construir emplazamientos para grandes piezas de artillería, muros antitanque en las playas, cientos de búnkeres y baterías, depósitos de armas y bombas, varios kilómetros de túneles bajo tierra, un gigantesco hospital subterráneo y una vía férrea para transportar materiales de un extremo a otro. " (Vid. pp. 112 y 113).

Siguen llegando cartas y en ellas el horror de la guerra y la ocupación. Felicitan a Juliet por el artículo del Times y aguardan con ilusión su llegada a la isla. Se alojará en la casa de Elizabeth, Isola está disponiendo todo y los demás participan de la misma emoción de los preparativos.

En la segunda parte, Isola disfruta de la alegre y acogedora vida en la isla, conoce uno a uno a todos los encantadores habitantes de Guernsey que tantas cartas le enviaron y su vida comienza a cambiar. Valora los pequeños detalles y va llegando poco a poco a Elizabeth, a la fundadora de la Sociedad Literaria muerta en uno de los campos de concentración; la va conociendo cada vez más a través de lo que le van contando y a través de Kit su pequeña hija que pronto cautivará su corazón y a la que decidirá adoptar. Su historia en particular ha conseguido emocionarme, es el rostro visible de tantas y tantas mujeres que perdieron la vida sin una causa, sin ninguna explicación y llenas de un odio que jamás mereció su corazón.

Se suceden muchos hechos como el rechazo a la petición de matrimonio por parte de Mark, el hallazgo de unas cartas que el propio Óscar Wilde escribió a la abuela de Isola y que casi son robadas con engaño por parte de Billee Bee (secretaria de Sidney) compinchada con Gilly Gilbert (el dueño del London Hue and cry y víctima del lanzamiento de tetera por parte de Juliet).


Juliet decide con determinación que Elizabeth será la protagonista del libro que escriba y ella y Dawsey se darán el sí quiero. ¿Puede haber un mejor y más bonito final para esta encantadora novela? Pues... todavía nos aguarda una sorpresa final, las palabras de la sobrina de Mary Ann, nos cuenta cómo ella tuvo que finalizar el libro y cómo supo continuar el deseo que su tía quería transmitirnos en él.

Con una sonrisa y la pena de que se terminase la historia, sigo sintiéndome parte de ella, sigo pensando que he sido y soy un personaje más de la Sociedad Literaria del Pastel de Piel de Patata y hasta pienso que en cualquier momento recibiré una carta a la que responderé que sí, que en unos días tomaré el barco que me lleve felizmente a reunirme con todos ellos.

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