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Monasterio de San Vicente del Pino (Monforte de Lemos)


El pasado siete de octubre, con gusto y gran emoción participamos en la visita organizada por @maisqueromanico al CONJUNTO MONUMENTAL DE SAN VICENTE DEL PINO Y LA ZONA DEL ÁMBITO JUDÍO en Monforte de Lemos.

Llegamos con tiempo suficiente, el punto de encuentro era justo delante de monasterio, hoy convertido en parador; así que aprovechamos los minutos previos para acercarnos y adentrarnos en su asombroso interior.

En lo alto del Monte Pino (de "empinado"), sobre un antiguo castro, se fundó este monasterio en la Alta Edad Media. Según las fuentes que documentan la historia de tan impresionante complejo, perteneció a los monjes benedictinos desde el siglo XI. Según cuenta la tradición, en este lugar existía una ermita dedicada a San Vicente y, delante de la misma, un pino. El Monasterio de San Vicente del Pino y el Palacio de los Condes de Lemos fueron recuperados en su aspecto original y, tras una importante obra de reconstrucción y decoración, desde el año 2003 funcionan como parador de turismo.

La fachada de la iglesia que hoy vemos es del siglo XVI y estilo renacentista y la del monasterio, del XVII y líneas muy clásicas.

Su claustro interior de tres cuerpos y estilo neoclásico, tiene un templete en el medio que esconde un aljibe. Cuando mi madre me lo contaba, la escuchaba con asombro. Después, durante la visita, María nuestra guía, nos explicó la preocupación en Monforte por conseguir y poder almacenar agua. En el segundo piso, que no pudimos visitar pues es de uso exclusivo para los clientes alojados en el parador, se conserva una urna con las cenizas que dicen pertenecieron al abad Espasando, como así recoge una inscripción. Abad que acude en el siglo IX a un Concilio en Oviedo. Sabemos que por aquel tiempo, los monjes tenían jurisdicción en un coto que incluía la casi totalidad de la Tierra de Lemos.

Una decoración esmerada y con un gusto exquisito, nos transporta a un mundo de elegancia y al tiempo, a un espacio lleno de quietud y calma.

Mientras recorríamos el claustro, comentábamos la ayuda que suponían los cristales para la conservación y cómo permitían sentarse un ratito a leer aunque hubiese viento, si bien es verdad, que se hacen extraños. Yo, continuaba fijándome en la inclinación del patio y, al llegar a casa leí sobre su diseño y los canales que permitían almacenar el agua de la lluvia en el aljibe subterráneo que abastecía a todo el monasterio.

Estar allí era todo un privilegio, pero debíamos salir pues iban a ser las diez y nos aguardaba lo mejor: LA VISITA GUIADA. Nos detuvimos unos instantes en la recepción y por segundos, vivimos el mágico sueño de, quizá algún día, poder hospedarnos entre estos muros tan bellos y llenos de Historia.

Tras presentarse, nuestra guía nos habló de Monforte, de la importancia que tuvo, del río Cabe, de los asentamientos, del Monasterio, el Palacio y muchos datos más. Tras estas informaciones, entramos en la iglesia y nuestra sorpresa fue mayor de lo que todos imaginábamos. Un inmenso retablo barroco nos deslumbró por su luz, su dorado, sus formas y su belleza. Recorrimos cada rincón escuchando todo lo que, con detalle, María nos explicó. De momento no puedo publicar ninguna imagen hasta la próxima inauguración, pero creedme que os dejará impresionados.

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Fuentes consultadas:


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