Autora: Loretta Chase
(377 pp) – EDITORIAL PENGUIN RANDOM HOUSE, 2011
Título original: Silk is for seduction
Esta lectura ha sido para mí muy especial. Me la trajo mi madre un día que para mí fue muy difícil y a la vez supuso una batalla más ganada al miedo. Su portada me encantó. En esos momentos ansiaba con toda mi alma vivir una historia de esas que te hacen sentirte princesa o duquesa, marquesa o condesa. Ser parte del siglo XIX en Londres, aisitir a bailes de la alta sociedad, llenos de vestidos de seda y brocados, un té a las cinco y una historia de amor. Todo ello lo he encontrado entre sus páginas y así...me he sentido feliz.
Leonie, Sophie y Marcelline son tres hermanas que tienen una tienda de confección de vestidos en Londres. Las tres son diferentes, pero juntas logran cada nuevo propósito pues han sabido salir adelante a pesar de tropiezos. ¿Conseguirán su nueva y tal vez inalcanzable meta?
y su próxima
Todas eran buenas con los números, en especial si se trataba de las cartas. Leonie, no obstante, era mucho más metódica de lo que su apariencia sugería. Bajo la indomable melena pelirroja se escondía una implacable mujer de negocios. Adoraba el dinero con ferocidad, así como todas las operaciones relacionadas con él. Trabajaba encantada en los libros de cuentas (...)
Sin embargo, cada hermana destacaba en algo. Marcelline, la morena, era la única que se parecía a su padre. No sería de extrañar que fuese la única hija legítima de las tres. Ciertamente, había heredado su sentido de la moda, su imaginación y su destreza para el dibujo. También había heredado su debilidad por sus cosas buenas, pero después de los años transcurridos en París, aprendiendo el oficio de corte y confección de manos de la prima Emma, la ambición de Marcelline y de sus hermanas era mucho mayor en ese sentido que la de su progenitor. Lo que comenzó siendo un arduo trabajo, un oficio aprendido durante la infancia para sobrevivir, se había convertido en la vida y la pasión de Marcelline. Porque ella no sólo era la diseñadora de Maison Noirot, también era su alma.
Sophie, por su parte, poseía una intensa vena dramática, a la que había aprendido a sacar partido. Una criatura de aspecto inocente, rubia y de ojos azules, que en el fondo era un tiburón capaz de vender arena a los beduinos. Con ella lloraban hasta los prestamistas más crueles, y las tiendas más tacañas compraban las creaciones más caras de la tienda. (vid. pp. 18 y 19)
Las tres se proponen diseñar el vestido de novia de la futura duquesa de Clevedon, pero para ello deberán ganarse su confianza y conseguir así que sea su clienta.
El duque, atrevido y mujeriego la conoce desde que era una niña y su relación es como si estuviese predestinada. "Llevaban manteniendo correspondencia desde que Clara aprendió a escribir lo justo para decirle "Espero que te encuentres bien. ¿Te gusta el colegio? Yo estoy aprendiendo francés. Es difícil. ¿Qué estás aprendiendo tú?". (vid.pág.38). Apenas se habían visto. Clara lo conocía muy bien, pero sólo a través de sus cartas. Cuando ella estaba en el aula, él estaba en el internado y luego en la universidad. Cuando ella fue presentada en sociedad, él ya estaba en el extranjero.
En París Marcelline y el conde se conocen en un baile. Lo que empieza como un juego, acaba yéndose de las manos y ambos se enamoran. Ella decide entonces marcharse apresuradamente de París, arregla los trámites con premura y él la sorprende en Calais. Una terrible tormenta en el paquebote en que ambos viajan, hace que la historia se vaya enredando más cada vez con un ritmo que hace que no quieras abandonar el libro pues deseas conocer el desenlace.
Cuando por fin logran alcanzar tierra, ya en Londres, el carruaje de Clevedon lleva a Marcelline hasta su casa y allí se queda sin palabras al ver que, además de sus dos hermanas, una pequeña niña de seis años corre hacia los brazos de la que ya era la mujer a la que no querría dejar jamás, Marcelline. La pequeña Lucie era su hija.
Poniéndose al día sobre las nuevas novedades acontecidas durante la estancia en Francia de la hermana mayor, Leonie y Sophie, le dicen que sus diseños están siendo robados y con ellos se está quedando "Hortense, la horrible", como ellas la llamaban. Una modista envidiosa que quería acaparar la clientela de las hermanas.
El martes por la noche la señora Downes se reunió con la costurera a la hora de costumbre en el lugar de siempre. La costurera le entregó el patrón que había comprado.
(...) La señora Downes había oído hablar del vestido rosa empolvado y del revuelo que había causado entre las damas. ¡Sus propias cuentas habían hablado del tema delante de ella!
Aunque el peor golpe para su dignidad fue la noticia de que el duque de Clevedon había llevado a lady clara Fairfax a la dichosa tienda. (vid. pág. 171)
Las hermanas logran descubrir que es la propia Prichett quien roba los diseños y así, la señora Downes empieza a perder clientela. Otro logro más de tan astutas mujeres.
Avanza el argumento y hay un incendio que acaba por completo con la tienda y la vivienda y a punto estuvo de costarle la vida a la pequeña Lucie, de no ser por el acto valeroso del duque que de las llamas la salvó. Todo lo que debía separarles, hace que estén más unidos aún e incluso él se brinda a que monten el taller de costura en su mansión pues el vestido de Clara debía estar listo para las cinco. Trajín y todos los criados implicados, las hermanas llenas de nervios pudieron terminarlo y Clara lució fantástica en un baile que se hizo eco de sociedad pues en él rechazó la petición de matrimonio del duque. Siempre habían sido amigos, pero sólo eso, amigos.
Armándose de valor, el duque se declara a Marcelline, pero ella le dice que es imposible su unión. Ella le cuenta la verdad, se sincera sobre sus orígenes y le habla de sus padres. Enamorado más aún, el duque no ve en ello ningún obstáculo pues sólo ansía compartir el resto de su vida con la mujer que ama y ella también desea que sea así.
He disfrutado mucho con la lectura e incluso me he reído en ciertas circunstancias "embarazosas y grotescas" pues no hay como dos enamorados en apuros para pensar que todo es posible y que el mundo es feliz. También me han encantado las descripciones de los vestidos, he logrado imaginármelos tal cual habían sido diseñados y hasta he sentido el tacto de sus tejidos.
Y además, hay algo que me ha parecido tremendamente curioso y un regalo para el lector: cada unos de los capítulos viene introducido por un fragmento de un libro, un periódico o una crónica del momento. Por poner un ejemplo: en las líneas que preceden al capítulo 9, leemos:
Hemos visto algunos vestidos de crepé blanco preparados para cuando llegue el momento de abandonar el luto. Los corpiños son más bajos, y rematados en el centro del pecho y en los laterales con cintas negras de satén, anudadas y adornadas con cuentas negras de forma romboidal. Tendencias del mes de abril. La Belle Assemblée, 1835 (vid.pág.182)
Aunque no he podido encontrar y documentar todas y cada una de estas pequeñas introducciones con las que se abren los 17 capítulos y el epílogo, he disfrutado enormemente con ellas. Es como si me sintiese leyendo la prensa del momento, algún artículo sobre moda y costumbres o fragmentos de un escritor como John Gay, poeta y dramaturgo inglés al que descubrí al comenzar el capítulo 12.
Novela de lectura amena que nos lleva una vez más a pensar en el ingenio, la argucia, el empeño y voluntad de muchas mujeres que en siglo XIX lucharon por sus sueños.
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