Autora: Elisa Levi
(175 pp) – Ed. Planeta, 2021
La lectura de este libro ha dejado una sensación extraña en mí que comenzó en las primeras líneas y que me ha acompañado a lo largo de las páginas consiguiendo meterme completamente en la piel de Lea, su protagonista. Su estilo es muy personal, impacta y, al menos a mí, me lleva a pensar en lo joven que es su autora y lo bien que sabe emplear expresiones que vienen de antiguo, que son propias de lo rural, lo arraigado a la tierra y la cultura popular.
"De verdad, usted de esto no sabe nada, pero este bosque no se cruza. Y me fijo en que el señor respira cansado y que de su frente caen goterones que podrían llenar los pozos de por aquí. Su cara hace que me salga la emoción y pienso que a él sí podría contárselo. Podría contarle que me voy, que he decidido que me voy de este lugar chiquito. Y de pronto empiezo a ver a este señor despistado, perdido, como la única persona en este mundo que podría entenderme. Sí, él y sólo él puede entenderme.
Mire, le digo mientras le siento en el banco donde estoy apoyada para que descanse..." (Vid. pág. 12)
Lea Pequeña habla con un hombre que acaba de perder a su perro, se lo encuentra frente al bosque y presurosa le advierte que no se adentre en él o no saldrá jamás. "Que no, que no, que no, le digo que no insista, de verdad, que no le confunda mi cara de cría, que yo tengo los diecinueve bien puestos y sé que a los que se adentran en las landas se les hace de noche. Este bosque es traicionero, como el río cuando baja rápido. En estas landas no hay caminos y el cortafuegos queda lejos. Los viejos dicen que, si lo atraviesas todo, llegas al mar, aunque yo creo que no." (Vid. pág. 13).
Con gran sencillez y cercanía, Lea le cuenta que son cuatro jóvenes en el pueblo: Javier, Marco, Catalina y ella. Bueno... también está Nora, su hermana tres años mayor, pero ella... ella no cuenta, como serenamente le explica al nombre; pues está viva, pero sin vida. Es completamente dependiente y hasta el final, será el único motivo de que Lea, aún queriendo, no se marche de un pueblo que la asfixia, que le roba los sueños y el deseo de seguir, de buscar... el ansia de toda esperanza de ser feliz.
A Lea siempre le ha gustado Javier y, aunque él no sepa querer, ella le dice que es su vida y hasta se imagina un futuro juntos. A Marco le gusta Lea y a Catalina... a Catalina sólo le persigue la idea de encontrar el amor, de ser feliz y de olvidarse de su pierna coja y de las lágrimas que siempre la visitan.
La certeza de que el mundo se acaba está presente en toda la novela, hay gestos, signos y un pesar en todos los habitantes que se acrecienta con las desgracias que los traspasan para quedarse dentro de cada uno de ellos. Como la muerte del padre de Lea, los accidentes de Esteban, la llegada desgraciada de los forasteros que se instalan en la recién comprada casa de Jacinta, la abuela de Nora, y que vienen con el desarraigo a cuestas, la tristeza y el desamor.
Al hombre no le escuchamos en ningún momento, haciéndonos partícipes de lo que bien podría ser un soliloquio pues Lea habla y habla, repasa su vida y la de sus seres allegados y al final... cuando apenas queda más que contar, le dice que llevó a Nora hasta el bosque y que allí empujó la silla dejándola resbalar entre los árboles para no volver a verla jamás.
Y flores a la entrada de su puerta y... tras un suspiro del hombre que tanto ha escuchado, su perro sale del bosque.
He disfrutado mucho del estilo narrativo, de cómo se habla de la vida en un pueblo pequeño en el que todo se sabe y sobre todo se opina y juzga. La sensibilidad al hablar de la enfermedad de Nora, el cariño y entrega de su hermana y el dolor de sus padres. Me hubiera encantado sentarme en ese mismo banco con ella y que me hablase de la tierra con sus ojos de monte, de su amor no correspondido o tal vez sí, de los arraigos que ahogan y de las ganas de marcharse, de vivir nuevos horizontes.
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Estudió Comunicación Audiovisual y Artes Escénicas en la Universidad Europea de Madrid y Dramaturgia en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres. Con Temas de hoy publicó en 2019 su primera novela Por qué lloran las ciudades ("Levi trasciende la literatura millenial y entona un non serviam de estirpe romántica que se emparentó con el fatalismo generacional de un Werther o el "desorden y dolor precoz" de Thomas Mann, tradición que Levi revive con intensidad e inteligencia", Carlos Prado, Babelia) y participó en la antología Ya no recuerdo qué quería ser de mayor (2019). También es autora del poemario Perdida en un bol de cereales (2016) y de la obra teatral Ramitas en el pelo, estrenada en Madrid en 2017.
(Información e imágenes extraídas de la faja del libro).
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